Redacción
Una pareja de adultos mayores desapareció el pasado jueves en Tlaxpanaloya, Naupan, luego de que los disturbios tropicales provocaran que su casa quedara sepultada entre lodo y escombros. Han pasado cuatro días del desastre y sus familiares, así como habitantes de la comunidad, trabajan sin descanso para desenterrar la casa, esperando encontrar los cuerpos de ambos entre los restos de tierra, árboles y piedras.
Esta comunidad de la Sierra Norte del estado se enfrentó a la indiferencia institucional tras sufrir un frente frío y dos disturbios tropicales, que ocasionaron severas inundaciones, así como la pérdida total de algunas viviendas, vehículos y artículos personales. Durante cuatro días, ninguna autoridad federal visitó el territorio ni apoyó a las familias afectadas a limpiar sus viviendas, en las que el lodo alcanzó hasta los dos metros de altura.
Hasta las cuatro de la tarde de este lunes, cuando la comunidad ya había logrado sacar el lodo de sus viviendas -casi 96 horas después del desastre- arribaron al sitio elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Protección Civil estatal, Bomberos del estado, Policía Estatal y la Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Puebla.
Entre las calles de Tlaxpanaloya se comenta una y otra vez la desaparición de Albino Calderón y su esposa Juana González, dos adultos mayores de 82 y 80 años de edad que, aparentemente, quedaron atrapados entre los escombros de su vivienda. Eran de oficio campesinos, vivían solos y, hasta ahora, son las únicas personas que se encuentran desaparecidos en el territorio, sin embargo, hasta la mañana de este lunes, sus nombres no figuraban en la lista de desapariciones del gobierno estatal.
Su nuera, Dolores Valdez, fue la última persona en verlos. Fue el jueves alrededor de las siete de la noche, cuando recién empezaba a llover. Ella, quien vive en la casa de al lado, cenó con ellos y recuerda haberles pedido que se quedaran a dormir en su casa, que se encuentra instalada sobre una pequeña loma, donde era difícil que el agua los alcanzara. “Ellos se negaron”, narra, al recordar que, alrededor de las tres de la mañana del pasado viernes, el agua ya había alcanzado el primer metro de altura en su casa. Era evidente que la vivienda de sus suegros estaba inundada por completo.
“Ya no podía hacer nada, no pude bajar, ni salir a buscarlos. Aquí solo vivimos mi hija y yo, ya no podíamos hacer nada, se nos fue la luz, no veíamos nada”, comparte. Al día siguiente por la mañana, cuando se enteró de la noticia la hija de los dos desaparecidos, Enedina Calderón (42 años) empezó a pedir ayuda entre sus vecinos y familiares, quienes se sumaron con palas y carretillas para retirar el lodo que consumió por completo la casa de los adultos mayores.
“La gente se cansó de buscar, nos dicen que tal vez la corriente del río se los llevó, así como se llevó todas las cosas”, expresa su hija, mientras observa los muros rotos que dejó el desastre y los restos de muebles que se alcanzan a observar en medio del escombro. “Queremos ayuda, que vengan con maquinaria porque con palas no podemos, y la gente también tiene que sacar el lodo de sus casas, nos dejaron olvidados”, agrega.