Redacción
Japón conmemora el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en Asia, el viernes 15 de agosto de 2025, pero el país desiste de dar una declaración oficial al respecto. El 15 de agosto de 1945, el emperador Hirohito anunció la capitulación de Japón en la radio.
El primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, no pronunciará una declaración personal en este aniversario, aunque probablemente lo haga más tarde. El jefe de Gobierno rompe así con la práctica, iniciada en 1995, por la cual el Gabinete emite una declaración cada diez años. En 1995, Tomiichi Murayama se convirtió en el primer premier japonés en “disculparse sinceramente por el dominio colonial y la agresión”, y expresar su “profundo arrepentimiento”.
Alejamiento del pacifismo
La decisión de Ishiba también sorprende porque Japón está reconfigurando su política de seguridad y defensa, y su Gabinete podría haberse referido a ello con motivo del 80.º Aniversario. Después de todo, el país insular se ha despedido de facto de su política pacifista, que implementó como resultado de la lección sacada de la Segunda Guerra Mundial.
Los gastos del país nipón en defensa aumentarán a un dos por ciento del rendimiento económico hasta 2027. Detrás de Estados Unidos, China y Alemania, Japón es la cuarta mayor economía del mundo. Tokio también flexibilizó su prohibición autoimpuesta de exportación de armas. A principios de agosto, la japonesa Mitsubishi Heavy Industries consiguió su primer contrato importante de armas desde la guerra, superando a la alemana Thyssenkrupp Marine Systems. La empresa está construyendo once fragatas para la Armada australiana por el equivalente a 5600 millones de euros.
Con su silencio, el premier Ishiba, de 68 años, contempla los intereses del ala conservadora del Partido Liberal Democrático (PLD) gobernante, para no comprometer su posición como líder del gobierno y del partido tras perder las elecciones a la cámara alta en julio. La derecha del PLD cree que Japón, con la declaración del entonces primer ministro Shinzo Abe, en 2015, ha dicho todo lo necesario sobre el fin de la guerra.
En el 70.º Aniversario, Abe reiteró las disculpas de sus predecesores, Tomiichi Murayama (1995) y Junichiro Koizumi (2005), pero rechazó nuevas disculpas. “No podemos permitir que nuestros hijos, nietos e incluso las futuras generaciones, que no tuvieron nada que ver con esta guerra, se vean obligados a disculparse continuamente”, declaró Abe.
Una “evasión de la responsabilidad”
El historiador alemán Torsten Weber, del Instituto Alemán de Estudios Japoneses en Tokio, reconoce en esta afirmación una mentalidad de “pasar página”. “Desde una perspectiva alemana, parece una evasión de la responsabilidad o incluso una negación de la culpa, pero, en el contexto de Asia Oriental, esta actitud es totalmente comprensible”, afirma Weber en entrevista con Deutsche Welle.
Muchos japoneses se consideran víctimas de críticas excesivas por parte de China y Corea del Sur, porque estos países “instrumentalizaron su historia de forma nacionalista y antijaponesa”. Un análisis más profundo de las causas de la guerra y sus propios crímenes en el conflicto también conduciría a un análisis crítico del papel del emperador y la familia imperial durante la contienda. Esto sería un tabú para el público general en Japón, cree Weber.
Lucha ideológica por libros escolares
Luego de la disculpa de Murayama, en 1995, grupos ultraconservadores de extrema derecha como NIppon Kaigi y la Sociedad Japonesa por la Reforma de Libros de Texto de Historia, trabajan para transmitir a los jóvenes una visión revisionista de la Segunda Guerra Mundial.
Como resultado, el Ministerio de Educación de Tokio aprobó más libros de texto con este contenido. Presentan a Japón como una víctima que tuvo que defenderse de la agresión extranjera y encubrir u ocultar sus propios crímenes de guerra. A través de la “educación moral”, que se convirtió en una asignatura válida en 2018, estas representaciones también llegan a los niños de primaria y secundaria.