Redacción
En una ceremonia deslucida, carente de discursos críticos –con una excepción– y sin la presencia de la presidenta Claudia Sheinbaum ni de la secretaria de Cultura federal, Claudia Curiel, ayer se entregó a seis creadores e investigadores el Premio Nacional de Artes y Literatura 2024, considerado el máximo reconocimiento que otorga el gobierno mexicano.
Pero el menosprecio de las autoridades no menguó el ánimo ni disminuyó la emoción con que lo recibieron el poeta Vicente Quirarte, en el área de Lingüística y Literatura; el músico Héctor Gerardo Tamez, en Bellas Artes; la investigadora María Teresa Rojas Rabiela y el arqueólogo Leonardo López Luján, en Historia, Ciencias Sociales y Filosofía; y la purépecha Juana Bravo Lázaro y el yoreme Antolín Vázquez Valenzuela, en la categoría Artes y Tradiciones Populares.
A diferencia de los dos años anteriores, el escenario de esta entrega fue la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes (PBA), y estuvo a cargo de Alejandra de la Paz, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Las ediciones 2020 y 2021 tuvieron lugar, en 2022, en el Palacio Nacional, con la presencia del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador; y las ceremonias de las ediciones 2022 y 2023 se llevaron a cabo en la Sala Principal del PBA, a cargo de las secretarias de Gobernación, Luisa María Alcalde, y de Cultura, Alejandra Frausto.
El primero en recibir el galardón fue el escritor Vicente Quirarte, cuyo discurso fue leído por Anabel Quirarte, pues ha tenido problemas de lenguaje. “Pensé en mis amigos que ya no están de manera tranquila entre nosotros y a quienes dedico de manera especial esta disminución”, dijo tras recordar a los fallecidos Eusebio Ruvalcaba, Sandro Cohen, Ignacio Trejo Fuentes, Fernando Curiel y Hernán Lara Zavala, entre otros.
Gerardo Tamez dedicó su reconocimiento a los grupos con los que ha trabajado. “A los Folkloristas, con quienes emprendí a lo largo de 13 años el maravilloso viaje de conocer las raíces de nuestro país, así como de América Latina y cuya experiencia definiera mi lenguaje esencial como creador.
Recordó que la Unesco declaró a Xochimilco Patrimonio Cultural de la Humanidad. “El gobierno mexicano adquirió el compromiso de protegerlo. Lo que significa que las autoridades de la Ciudad de México y de las alcaldías Xochimilco y Tláhuac deben comprometerse muy seriamente con su preservación, quizá mediante un plan que trascienda el espectáculo”.
Y López Luján utilizó los “escasos tres minutos” que les dieron para enumerar una larga lista de agradecimientos, a su familia, a su equipo de trabajo en el Templo Mayor y a sus maestros. “En primerísimo lugar, quisiera dar las gracias al pueblo de México, al que me debo como profesional y como servidor público. Y al que cotidianamente consagro el producto de mi quehacer como arqueólogo”.
La participación de Antolín Vázquez y Juana Bravo puso el toque de buen humor. Él dijo que había pasado al lado de Bellas Artes, pero no había entrado, que esta fue su primera vez; y ella mencionó que ya no tenía lugar en las paredes de su casa para tanto premio, pero que le iba “a buscar un lugarcito a éste”.
Creado en 1945, el Premio Nacional de Artes y Literatura está dotado actualmente con poco más de 823 mil pesos, por categoría.