Redacción
La tragedia no terminó en el puente de La Concordia para las familias de las 90 personas lesionadas por la explosión de una pipa de gas en Iztapalapa, ya que la agonía se prolongó por la tarde y noche afuera de los hospitales a donde esperaban informes sobre el estado de salud en que se encuentran.
Afuera del Hospital Balbuena, que se ubica en la alcaldía Venustiano Carranza, las hermanas, sobrinos y cuñados de Ubaldo García Corona, de 42 años, relatan que él es chofer de tráiler y estaba cerca de la pipa cuando estalló, lo que le provocó lesiones que lo mantienen en estado grave. Su madre vio el accidente en las noticias y poco después le informaron que su hijo, quien la cuida y sustenta, era una de las víctimas.
Su hermana Lorena García comentó que hasta la medianoche ninguna autoridad se había presentado con ellos para apoyarlos y mucho menos representantes de la empresa Transportadora Silza, perteneciente al Grupo Tomza.
¿Cómo apoyaron a los familiares durante la espera?
Las muestras de solidaridad se hicieron presentes con entrega de comida, agua y hasta medicamentos que no había en los hospitales para la atención de quemaduras, como el polvo de plata que fue entregado por un grupo de deportistas del gimnasio International Fitness de Ixtapaluca a través de Kevin Alvarado, quienes donaron 15 botes y otros artículos de curación.
Cerca de la una de la mañana, la enfermera Tania llegó al Hospital General Iztapalapa Dr. Juan Ramón de la Fuente con otra de sus compañeras para donar agua y ofrecer a las familias apoyo en el cuidado de las heridas por quemaduras de manera gratuita; sin embargo, a esa hora ya no había ninguno porque todos habían sido trasladados a otros nosocomios.
De acuerdo con la jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, muchas de las víctimas, incluyendo al chofer de la pipa de gas, no identificado por su nombre, habían sido trasladadas al Hospital Magdalena de las Salinas; sin embargo, pasadas las 2:00 de la mañana afuera había poca gente y ninguna patrulla resguardaba el lugar.
Las familias permanecieron en espera de informes, mientras grupos de oración, personas donando alimentos e indigentes los acompañaban en las horas inciertas.