Redacción
Parece que el espíritu de Napoleón Bonaparte sigue latente en la historia moderna, pues recientemente, el sable que lo acompañó durante toda su etapa imperial, fue subastado en París por la impactante suma de 4,663 millones de euros, incluidos los gastos.
La puja se llevó a cabo el pasado jueves 22 de mayo por la noche en la prestigiosa casa Drouot, aunque organizada por la firma Giquello.
Este no es un simple recuerdo de museo: es una pieza de colección que, según los expertos, “roza el récord mundial” para objetos napoleónicos. El récord actual, 4,8 millones de euros, lo ostenta otro sable legendario, el que Napoleón blandió en la batalla de Marengo en 1800.
De arma imperial a objeto de subasta histórica
Encargado por el propio Napoleón en 1803 —cuando aún era primer cónsul—, el sable fue creado por Nicolas Noël Boutet, el virtuoso director de la Manufactura de Versalles. Considerado el mejor armero de su tiempo, Boutet no solo forjaba acero: daba forma a símbolos de poder.
El emperador recibió el sable en 1804, poco después de su coronación, y lo conservó hasta un momento clave en su historia: su regreso del exilio en la isla de Elba en 1815. Fue entonces cuando decidió regalárselo al mariscal Emmanuel de Grouchy, gesto que sellaría el destino del arma como legado familiar durante más de dos siglos.
Arte, historia y poder en una sola hoja
Para Alexandre Giquello, director de la firma que condujo la subasta, no se trata solo de un objeto de colección, sino de “una obra maestra cargada de historia y con una procedencia irreprochable”. Y tiene razón. Este sable es testigo mudo de batallas, conspiraciones y de la fascinante figura de uno de los personajes más icónicos de la historia europea.
En la intersección entre arte, historia y poder, piezas como esta no solo brillan por su valor material, sino porque siguen contando historias dos siglos después. Y en este caso, una historia que vale millones… literalmente.