Redacción
Dos miembros de la Guardia Nacional de Virginia Occidental murieron este miércoles tras resultar baleados en un tiroteo ocurrido a pocos metros de la Casa Blanca, en la intersección de la calle 17 y la calle I, en el noroeste de Washington D.C. El agresor fue detenido por las fuerzas del orden y se encuentra en estado crítico.
“Con gran tristeza podemos confirmar que ambos miembros de la Guardia Nacional de Virginia Occidental que fueron baleados hoy en Washington D.C. han fallecido a causa de sus heridas”, anunció el gobernador Patrick Morrisey, quien lamentó la pérdida de los agentes.
El tiroteo provocó una rápida respuesta policial. Los agentes acordonaron la zona y ordenaron a los peatones refugiarse en edificios cercanos mientras aseguraban el perímetro. Minutos después, la Policía Metropolitana informó de la detención del presunto agresor.
Los dos guardias nacionales y el atacante fueron trasladados a hospitales locales, informó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde su residencia de Mar-a-Lago, en Florida, donde pasa el puente de Acción de Gracias.
“El animal que disparó a los dos guardias nacionales […] pagará un precio muy alto”, escribió Trump en su red Truth Social antes de confirmarse el fallecimiento de los agentes.
Testigos presenciales relataron que se escucharon dos disparos antes de que la gente comenzara a correr. Tras la llegada de las ambulancias, helicópteros comenzaron a sobrevolar la zona y se desplegó un gran número de policías.
El incidente ocurre en medio del debate por la presencia de la Guardia Nacional en la capital. Las tropas fueron enviadas en agosto por orden de Trump bajo el argumento de combatir la criminalidad, pese a la oposición inicial de la alcaldesa Muriel Bowser. La semana pasada, una jueza federal dictaminó que dicho despliegue es ilegal y ordenó su retirada antes del 11 de diciembre.
Las autoridades investigan los motivos del ataque; sin embargo el tiroteo reaviva el debate nacional sobre el control de armas en Estados Unidos, un tema que continúa dividiendo al país pese a la persistencia de episodios de violencia armada. El caso vuelve a poner sobre la mesa la urgencia —y la dificultad— de avanzar hacia reformas que reduzcan el riesgo de hechos similares en el futuro.

